viernes, enero 26
GABRIEL CELAYA: La poesía es un arma cargada de futuro
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades:
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quienes somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a "Mundo" en sus aceros.
Tal es mi poesía: Poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: Lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.



Gabriel Celaya
 
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sábado, enero 20
MARIO BENEDETTI: No te salves
No te salves
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.



Mario Benedetti
 
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martes, enero 2
EUSEBIO RUVALCABA: Historia de un camino sin fin ni principio

Cómo quisiera haber sido buen poeta
y corromper todo a mi alrededor.
¿Tendré que pasarme el resto de mi existencia
pergeñando una línea tras otra,
sin que nadie diga ese tal Eusebio está loco
si eso que escribe es poesía yo soy Jesucristo?
Carajo, ¿No puedo escribir no digamos un poema
sino una puta línea, una sola, que leas y digas
cabrón, este pinche Eusebio está grueso?
¿De veras será tan dificil seducir a una mujer,
no servirá también para eso la poesía,
que una mujer lea el poema y que diga diablos,
Eusebio, yo quiero contigo, carajo, eres un dios
y yo quiero hacer el amor con un dios?
¿O qué no habrá modo de hacer del poema un estallido
continuo, que transtorne todo a su alrededor
que justo ahí donde parece que la vida está inmovil
llegue el poema y pudra todo; pregunto, no se podrá
hacer eso, de veras no se podrá, o uno se imagina
los obstáculos porque tiene miedo, porque en el fondo
es imposible violentar las formas?
Quién sabe, tanta pregunta a mí no me concierne.
Me imagino que habitualmente los poetas
no se hacen tantas y tan estúpidas preguntas.
Simplemente se han de sentar a escribir y ya.
Que nadie se pregunte nada. Mejor. Que se domine
y se amanse a esa perra rabiosa que es la sintaxis.
Y listo. La poesía no cambia nada ni es nada ni trastorna
un carajo. Esto es un hecho. Y es lo único que importa.



Eusebio Ruvalcaba, El frágil latido del hombre


 
Posteado por Henry Pears
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